¿Cristiano o Misionero?

“Por tanto, id y haced discípulos en todas las naciones…” (Mateo 28:19).
¡¡¡ Buenos días si es de día, buenas tardes si es de tarde, buenas noches si es de noche!!! Besos y abrazos a todos desde Bolivia. Para el reporte de esta semana quiero compartir con ustedes un poco de lo que he estado aprendiendo.
MISIONERO… “¿Qué es realmente un misionero?”. Esta ha sido una pregunta que siempre ha pasado por mi mente y que no lograba encontrar una respuesta que satisficiera mi curiosidad. Desde niño, he visto películas de aventuras misioneras, leído historias y relatos que cuentan cómo personas han estado dispuestas a dejarlo todo para ganar almas para Cristo, aún cuando signifique el sacrificio de su propia vida. Hoy los padres les enseñan a los hijos cómo deben obedecer a Dios en todo, le hacen historias de misioneros. Pero en realidad, desde niños nos enseñan en las escuelas y en las iglesias la obra misionera como una profesión. Los padres sueñan con que sus hijos sean doctores, abogados, ingenieros, negociantes; hombres o mujeres de “éxito”; pero no recuerdo haber escuchado a un padre motivar a su hijo(a) a ser un misionero. Y es que hemos prototipizado la persona del misionero: persona con sombrero, botas, camisa color “cacky” de muchos bolsillos y Biblia en mano que parte a tierras lejaaaaaaaanas (India, China, África, etc.) y muere a manos de una tribu que lo amarra y lo echa en un caldero con agua hirviendo para hacer su plato favorito: “fricasé de misionero”.
Jeje… Quizá me exageré un poco en la forma en que tendemos a ver a los misioneros. Pero lo que me parece realmente sorprendente y triste a la vez, es que esta es la perspectiva que tienen la mayoría de los autoproclamados cristianos. Increíble, pero cierto. Separamos el cristiano del misionero. Pero ¿qué diferencia tienen entre sí? “Bueno”, pensamos, “uno, es menos devoto que el otro. Pero ambos son cristianos. Lo único es que el segundo casi siempre ha decidido servir a Dios en una forma más radical”. O sea, que cristiano es una cosa, y misionero es otra. El cristiano da sus diezmos, asiste a los cultos (casi siempre viernes y sábado nada más), ora antes de comer cada vez que se acuerda, y ya usted debe saber; todo eso que hacemos los cristianos.
Pero ¿qué es un misionero? Según el Diccionario de la Real Academia Española, misionero es: “Perteneciente o relativo a la misión que tiene por objeto predicar el Evangelio”. ¿A caso eso no es esto lo que Jesús llamó hacer a todo cristiano en Mateo 28:19 antes de dejar este mudo? Solo basta con pensar en esto para saber que hay algo mal; para saber que el cristianismo al que estamos acostumbrados es un cristianismo inactivo, irreal, vacío, sin sentido. “¿Sin sentido? Hum! Ya se le está pasando la mano a Salim”. Está bien; perdónenme… sin misión. Por eso tendemos a darle más importancia a elementos triviales que a nuestra misión. Somos cristianos, no misioneros. Somos cristianos sin misión.
Hace un tiempo conversaba con un joven, aspirante a ser pastor, que me decía que cuando él sea pastor, le gustaría quitar el informe misionero del programa de escuela sabática porque nadie le presta atención nunca y porque cree que en cierta medida es una pérdida de tiempo. Esto es un ejemplo nada más de cómo hemos dejado morir nuestra misión, de cómo hemos inventado un estilo de religión ego centrista; que busca la comodidad y la conveniencia propia; que pone al yo, antes que al prójimo; que su misión crecer en feligresía y estructura; no nos importa el dolor del caído, no nos atrevemos a amar al desvalido, no perdemos energía y tiempo “infectándonos” con el pecado de otro, no nos identificamos; no nos encarnamos.
Sólo basta con mirar la vida y el ministerio de nuestro Salvador Jesús. Cuando Jesucristo vino a esta tierra, no lo hizo usando un traje al estilo E.T. o en forma de extraterrestre y su nave. Tampoco lo hizo trayendo una cultura ajena a la realidad humana. Cuando se humanizó, tomó nuestra humanidad. Se hizo un hombre de carne y huesos. Jesús experimentó nuestros dolores y sufrimientos. Experimentó nuestras debilidades y nuestras tentaciones. Nada de lo humano le estuvo ajeno, incluyendo la misma muerte. Cuando acabó su labor entre nosotros, envió a sus seguidores en una misión al mundo. Nos pidió con ellos que nos identificáramos con los demás. Que, al igual que él lo hizo, no fuéramos con una cultura extraña ni con un traje de extraterrestre, sino que aprendiéramos a vivir entre la gente de tal modo que pudiésemos experimentar sus dolores, flaquezas y tentaciones. Todo sin perder nuestra identidad de “cristianos”, tal como Cristo nunca dejó de ser “Hijo de Dios”. Al identificarse con la humanidad, se hizo vulnerable hasta la muerte. Ningún cristiano haga lo mismo puede hacer menos.
Nuestro fracaso como cristianos es que rara vez tomamos en serio este principio de la encarnación. Nos resulta más fácil y natural, gritarle desde la distancia el evangelio a la gente que comprometernos a ayudarlos; levantarlos de la miseria del pecado; salvar sus almas preciosas, cueste lo que cueste. Cuando hagamos esto, entonces, estaremos cumpliendo nuestra misión como cristianos. Por dicha razón, Cristo dice “Id” (Mat. 28:19). Sin embargo, los cristianos hemos cambiado la misión y se ha convertido en “vengan”. Si no vamos hasta donde está la gente con sus necesidades y problemas; y por el contrario, esperamos que “la montaña venga a Mahoma”, no estamos cumpliendo nuestra misión.
Es necesario que comprendamos entonces, que el ser un verdadero cristiano, implica ser un verdadero misionero. En mi caso, hoy puedo decir que me vine a Bolivia como “misionero” sin saber realmente qué es un misionero. Si hay una lección que me ha impactado en mi tiempo aquí, es que he podido ver cómo Dios llama a su Iglesia para que cumpla con la misión dada en antaño dondequiera esté.
“Los miembros de la iglesia no han sido todos llamados a trabajar en los campos extranjeros, pero todos tienen una parte que realizar en la gran obra de dar luz al mundo…”(Historical Sketches, pp. 290, E.G.W.).
A todo el que se hace partícipe de su gracia, el Señor le señala una obra que hacer a favor de los demás. Cada cual ha de ocupar su puesto, diciendo:”Heme aquí, envíame a mí” (Isa. 6:8). Al ministro de la palabra, el enfermero misionero, al médico creyente, al simple cristiano sea comerciante o agricultor, profesional o mecánico, a todos incumbe la responsabilidad. Es tarea nuestra revelar a los hombres el evangelio de su salvación. Toda empresa en que nos empeñemos debe servirnos para dicho fin ( El ministerio de curación, pp. 106, E.G.W.).
Si te sientes convencido de que no estás leyendo estas palabras por la mera casualidad; si tienes la convicción de que el Señor te está extendiendo la invitación para que le sirvas como un verdadero cristiano misionero; si estas cansado de ser un cristiano sin misión; si sientes que ya es tiempo de comenzar con el ministerio que Dios tiene para ti; si oyes la voz de Jesús llamando a tu corazón y ofreciéndote una experiencia espiritual real. ¡Adelante! Toma ya la decisión de servir a Dios con “todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y todas tus fuerzas” y podrás ser partícipe de los inmensurables raudales de bendición que el Señor ha prometido para todo aquel que le sirva.
Como decía la sita que acabas de leer hace un instante, no importa cuál sea tu profesión; ni siquiera importa si tienes profesión alguna, después que lo que hagas le sirva para el fin de revelar el evangelio de salvación.
Para finalizar, aprovecho para felicitar a todas las madres en su día. En caso de que haya una de las madres que desee servir a dios con un ministerio que lo glorifique, le recuerdo que o hay ministerio más sagrado que el de ser la madre que Jehová desea que sea. Basta con leer lo que se dice de la madre de Moisés en el Capítulo 22 de Patriarcas y Profetas para entender el porqué de mis palabras.
“¡Cuán extensa en sus resultados fue la influencia de esa sola mujer hebrea, a pesar de ser una esclava exiliada! Toda la vida de Moisés y la gran misión que cumplió como líder de Israel dan fe de la importancia de una madre piadosa. Ninguna otra tarea se puede igualar a esta. En un grado sumo, la madre modela con sus manos el destino de sus hijos. Está tratando con mentes y caracteres en desarrollo, obra no sólo para el presente sino también para la eternidad (…). Sienta toda madre que sus momentos no tienen precio; su obra ha de probarse en el solemne día de la rendición de cuentas. Entonces se hallará que muchos de los fracasos y crímenes de los hombres y las mujeres fueron el resultado de la ignorancia y negligencia de quienes debieron haber guiado sus pasos infantiles por el camino recto. Entonces se hallará que muchos de los que bendijeron al mundo con la luz del genio, la verdad y la santidad, recibieron de una madre cristiana los principios que fueron la fuente de su influencia y éxito (pp.154).
(A mami: Yo no sé si en este momento puedo decir que mi vida bendiga al mundo con la luz del genio o algo así. Pero sí sé que cuento con la madre más hermosa que Dios me pudo haber dado. Gracias Mami por ser una madre tan amante, pero sobre todo… por ser mi amiga. Estoy orgulloso de ser hijo de Griselle M. Ortiz Rodríguez, ¡mi mamá!. Y con completa seguridad, puedo decir que tengo una “mujer virtuosa” como madre. Recuerda…¡¡eres la primera mujer en mi vida!! ^_^¡¡¡¡Feliz día de las madres!!!!!! Besos y abrazos xoxoxoxoxoxoxox… TE AMO CON TODO MI SER!!!!!!)
O.K…continuemos jejeje!!! Me despido deseándoles bendiciones a todos (en especial a las madres) y agradecido por el rato de su tiempo que me han dedicado. Otro día compartiré más acerca del servicio cristiano con todos ustedes. Y les invito a que me escriban en el blog o en Facebook si tienen alguna pregunta específica del Internado, del trabajo que se está llevando a cabo por acá o de cualquier otra cosa. Estaré más que contento en contestarles. Sigan orando por mí y por los míos por favor. Hasta la próxima semana!!!! P.D.: Voy a poner más fotos en la semana…así que pendientes ;)….


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